El Shabat es un día muy especial que ocurre cada semana, desde el viernes al atardecer hasta el sábado al anochecer.
Es como un regalo que Dios nos dio para descansar y estar en paz. Durante el Shabat, dejamos de trabajar y de hacer nuestras tareas diarias para poder pasar tiempo con nuestra familia, con nuestros amigos y para pensar en Dios.
Es importante celebrar el Shabat porque nos ayuda a descansar, a sentirnos agradecidos por todo lo que tenemos y a recordar las cosas importantes de la vida.
También nos conecta con Dios de una manera especial. ¡Es un día para relajarnos, disfrutar y estar felices!
Había una vez, en un pequeño pueblo, una familia muy alegre que siempre esperaba con emoción la llegada del Shabat, el día de descanso y paz.
La familia estaba formada por papá, mamá, y dos hermanos: David, que era curioso y siempre hacía preguntas, y Sara y Miriam, que amaban ayudar en casa.
Un viernes por la tarde, mamá les dijo:
—¡Niños, es hora de preparar todo para el Shabat!
David preguntó:
—¿Por qué el Shabat es tan especial?
Mamá sonrió y explicó:
—El Shabat es un regalo que Dios nos dio. Es un día para descansar, pasar tiempo en familia, y recordar que Dios creó el mundo en seis días y descansó el séptimo.
Entonces, todos se pusieron manos a la obra. Mamá encendió las velas y puso el pan trenzado, llamado jalá, sobre la mesa, y Sara y Miriam ayudaron a poner los platos bonitos.
David, mientras miraba el pan, preguntó:
—¿Por qué tenemos este pan especial?
Papá respondió:
—La jalá nos recuerda que Dios siempre nos da lo que necesitamos, como el maná que envió a los israelitas en el desierto.
Cuando todo estuvo listo, se sentaron juntos en la mesa. Papá levantó una copa de vino y dijo:
—Esto es el kiddush, la bendición para comenzar el Shabat.
Después, compartieron la comida, cantaron canciones y hablaron sobre todo lo bueno que había sucedido durante la semana. David y Sara sintieron que el Shabat era realmente mágico: un momento para estar juntos y dar gracias a Dios por todas sus bendiciones.
Esa noche, mientras Sara, Miriam y David se iban a dormir, Sara dijo:
—El Shabat es como un abrazo cálido de Dios.
Y David añadió:
—Sí, es el mejor día de la semana.
Desde ese día, David y Sara siempre esperaban el viernes, sabiendo que el Shabat no solo era un día de descanso, sino también un día de amor y gratitud.
Fin.
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