Rosh Hashaná es el Año Nuevo judío, y es un momento muy especial en el que empezamos un nuevo año.
En este día, pensamos en cómo nos hemos portado durante el año que pasó y tratamos de mejorar para ser mejores personas en el año que comienza.
Es importante celebrarlo porque es una oportunidad para pedir perdón por lo que hemos hecho mal y para agradecer a Dios por todo lo bueno.
También escuchamos el sonido del shofar (un cuerno especial), comemos manzanas con miel para desear un año dulce, y pedimos a Dios que nos cuide y nos dé un buen año.
Había una vez un niño llamado David que vivía en una pequeña aldea junto a su familia.
A David le encantaba cuando llegaba el otoño, porque sabía que algo muy especial estaba por suceder: ¡Rosh Hashaná, el Año Nuevo Judío!
Una tarde, mientras David y su hermana Sarah estaban jugando en el jardín, su mamá salió y dijo: "Es hora de prepararnos para Rosh Hashaná, el comienzo de un nuevo año lleno de bendiciones."
David, curioso, preguntó: "¿Qué hacemos en Rosh Hashaná, mamá? ¿Por qué es tan especial?"
Su mamá sonrió y lo invitó a la cocina, donde empezaron a preparar algunos de los alimentos típicos de la festividad.
“Rosh Hashaná es el Año Nuevo Judío,” le explicó su mamá. “Es un momento para reflexionar sobre el año que pasó, para pensar en nuestras acciones y para pedir a Dios que nos dé un año lleno de salud, alegría y paz.”
David pensó un momento y luego preguntó: “¿Qué significa reflexionar?”
“Significa pensar en lo que hicimos bien y en lo que podemos mejorar,” respondió su mamá.
“En Rosh Hashaná, le pedimos a Dios que nos ayude a ser mejores personas en el nuevo año.
También tocamos el shofar, un cuerno especial, para recordarnos que es tiempo de despertar y cambiar nuestros corazones.”
Mientras la mamá de David explicaba, comenzaron a preparar la mesa para la cena de Rosh Hashaná.
Colocaron una hermosa jarra de miel, manzanas frescas y un pan redondo llamado jalá.
“¿Por qué comemos manzanas con miel?” preguntó Sarah, quien estaba emocionada de ayudar.
“El dulce de la miel simboliza nuestro deseo de tener un año dulce y feliz,” dijo su papá, que acababa de entrar con una gran sonrisa.
“Comer manzanas con miel es una forma de pedirle a Dios que nos dé un año lleno de cosas buenas.”
David tomó una manzana y, mientras la sumergía en miel, pensó: “Me gusta la idea de un año dulce. Quiero que este año sea especial para mí y para mi familia.”
Al día siguiente, David y su familia fueron a la sinagoga. Estaba lleno de gente que había venido a rezar por un buen año.
De repente, el rabino levantó un cuerno grande y curvado, el shofar. Todos guardaron silencio mientras el rabino lo soplaba, y un fuerte sonido resonó en la sala.
“¡Buuuuuum!” El sonido del shofar era fuerte y profundo, y hacía que David se sintiera despierto y lleno de emoción.
Su papá le había dicho que el shofar era como un recordatorio para prestar atención a su corazón y a las cosas importantes de la vida.
Cuando terminó el servicio, David le preguntó a su papá: “¿Por qué el sonido del shofar es tan fuerte?”
“El shofar nos llama a despertar,” dijo su papá. “Nos recuerda que Rosh Hashaná es el momento de pensar en cómo podemos ser mejores en el próximo año y acercarnos más a Dios.”
Esa noche, la familia se reunió alrededor de la mesa festiva. Todos se tomaron de las manos mientras el papá decía una bendición, agradeciendo a Dios por el año que había pasado y pidiendo un nuevo año lleno de bendiciones.
David, con su manzana y miel en la mano, hizo una pequeña oración en su corazón: “Querido Dios, por favor, ayúdame a ser más amable y paciente este año. Quiero ser un buen hermano para Sarah y un buen amigo para los demás.”
Después de la bendición, la familia comió los alimentos especiales de Rosh Hashaná, como el pescado, los granos de granada y la jalá redonda.
Cada comida tenía un significado especial, y David
estaba feliz de aprender todo sobre ellas.
Al final de la cena, David se sintió agradecido. Rosh Hashaná no era solo una fiesta de comida deliciosa y sonidos especiales, también era un tiempo para pensar en el futuro, para ser mejores y para compartir momentos especiales con su familia.
Cuando se fue a la cama esa noche, David sonrió y pensó: “Este será un buen año, lo siento en mi corazón. ¡Gracias, Dios, por darnos Rosh Hashaná para empezar de nuevo!”
Y así, David se durmió con la esperanza de que el año que comenzaba fuera tan dulce como la miel que había probado esa noche.
Fin.
(Rabina Naomi Saraí)
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