Sucot es una festividad judía que dura siete días y en la que recordamos cómo los israelitas vivieron en el desierto después de salir de Egipto.
Para celebrarlo, construimos una cabaña especial llamada "sucá", que tiene un techo hecho de ramas, donde comemos y pasamos tiempo con la familia y amigos.
Es importante celebrar Sucot porque nos recuerda que Dios cuidó de los israelitas en el desierto, y nos enseña a agradecer por todo lo que tenemos.
También nos ayuda a estar más cerca de la naturaleza y a confiar en Dios, quien siempre nos protege.
Había una vez, en una pequeña aldea rodeada de árboles frutales y campos dorados, un niño llamado Yossi.
A Yossi le encantaba el otoño porque era la época del año en la que su familia celebraba Sucot, una fiesta especial llena de alegría y gratitud.
Una mañana, Yossi se levantó muy emocionado. Su padre había construido una cabaña llamada "sucá" en el jardín.
Estaba hecha de madera, con ramas y hojas en el techo, y decorada con coloridas frutas, cadenas de papel y luces brillantes. Todos en la familia ayudaron a decorarla.
"¿Por qué celebramos Sucot, papá?" preguntó Yossi mientras colgaba algunas uvas de plástico en la sucá.
Su papá sonrió y le explicó: "Sucot nos recuerda cómo Dios cuidó a nuestros antepasados cuando vivieron en el desierto, después de que salieron de Egipto.
Durante 40 años vivieron en cabañas como esta, y Dios les dio todo lo que necesitaban. Así que cada año construimos una sucá para recordar su protección y agradecer a Dios por todas las bendiciones que nos da."
Durante toda la semana de Sucot, Yossi y su familia comieron sus comidas dentro de la sucá. Incluso invitaron a amigos y vecinos a celebrar con ellos.
Después de siete días de Sucot, llegó el día de Sheminí Atzeret. Yossi no estaba seguro de lo que significaba este día. "¿Es todavía parte de Sucot, mamá?" preguntó mientras se preparaban para ir a la sinagoga.
Su mamá le explicó: "Sheminí Atzeret es un día especial justo después de Sucot. Es como si Dios dijera: 'No se vayan todavía, quédense un día más conmigo'. Es un momento para estar con Dios y agradecerle por todo antes de volver a la rutina diaria."
Yossi pensó en ello mientras caminaban a la sinagoga. Le gustaba la idea de que Sheminí Atzeret fuera un día para quedarse un poquito más con Dios, como cuando no quieres que tus amigos se vayan después de una fiesta porque te estás divirtiendo mucho.
Al final del día, mientras Yossi se preparaba para dormir, pensó en todo lo que había aprendido y experimentado durante Sucot y Sheminí Atzeret.
Se dio cuenta de que estas fiestas no solo eran para construir cabañas o bailar, sino para recordar lo afortunados que eran por todo lo que Dios les daba: comida, refugio, familia y la Torá.
Antes de dormir, Yossi hizo una pequeña oración. "Gracias, Dios, por Sucot y por cuidarnos, por Sheminí Atzeret y por estar con nosotros un día más, y por la Torá que nos enseña cómo vivir.
Prometo siempre cuidar de lo que me has dado."
Y así, con una sonrisa en su rostro, Yossi se durmió, soñando con la alegría de las fiestas y la gratitud que llevaba en su corazón.
Fin.
(Rabina Naomi Saraí)
Había una vez una niña llamada Miriam que vivía en una pequeña ciudad cerca de un hermoso bosque.
Un día, su papá le dijo: “¡Miriam! Hoy comenzamos a preparar algo muy especial: la fiesta de Sucot.”
Miriam estaba muy emocionada.
Cada año, cuando llegaba Sucot, su familia construía una pequeña cabaña en el jardín, llamada “sucá”.
Toda la familia se unía para decorar la sucá con frutas, hojas, y luces brillantes.
Pero Miriam no estaba segura de por qué hacían esto.
“Papá, ¿qué es Sucot? ¿Por qué construimos esta cabaña?” preguntó Miriam mientras colgaba una guirnalda de manzanas en el techo.
Su papá sonrió y le respondió: “Sucot es una fiesta muy antigua y especial.
Nos recuerda cómo nuestros antepasados vivieron en el desierto después de que Dios los sacó de Egipto.
Vivieron en cabañas como esta mientras Dios los protegía y cuidaba. Nosotros construimos la sucá para recordar esa protección y para agradecer a Dios por todo lo que nos da.”
Ese mismo día, Miriam y su familia salieron al jardín para construir la sucá.
Primero, su papá levantó las paredes con madera, y luego colocaron ramas verdes sobre el techo. Miriam decoró la sucá con dibujos, cadenas de papel de colores y frutas colgadas como adornos.
Al anochecer, toda la familia se reunió en la sucá para cenar.
Las estrellas brillaban sobre ellos, y Miriam sentía que estaba en un lugar especial.
Su mamá encendió las velas y todos dijeron una bendición, agradeciendo a Dios por la fiesta de Sucot.
“Es hermoso estar aquí, al aire libre,” pensó Miriam mientras veía el cielo estrellado desde la sucá.
Durante los siete días de Sucot, la familia de Miriam comió todas sus comidas en la sucá.
Algunas noches, invitaron a amigos y vecinos para celebrar juntos. Todos estaban felices y compartían historias y canciones bajo el techo de ramas.
Miriam aprendió que Sucot no solo era una fiesta de recuerdos, sino también una celebración de la cosecha.
Era un tiempo para agradecer a Dios por toda la comida y las bendiciones que recibían cada año.
Al llegar el último día de Sucot, algo muy especial sucedía. Ese día se llamaba "Sheminí Atzeret", un día en el que todos en la sinagoga rezaban por la lluvia.
Miriam estaba sorprendida cuando su papá le explicó que en Israel la lluvia es muy importante, y Sheminí Atzeret es un día para pedir a Dios que enviara la lluvia en su momento.
"Es como un gran regalo," le dijo su papá. "Sucot es una fiesta para estar con Dios, y al final, Él nos invita a quedarnos un día más para pedir bendiciones antes de volver a la vida cotidiana."
Al final de la semana, mientras recogían la sucá y guardaban las decoraciones, Miriam se dio cuenta de cuánto había disfrutado de Sucot.
No solo había pasado tiempo con su familia y amigos, sino que también había aprendido a estar agradecida por todo lo que tenía.
“Me gusta Sucot porque es una fiesta para estar juntos y para dar las gracias a Dios por todo,” le dijo Miriam a su mamá.
Esa noche, antes de dormir, Miriam hizo una pequeña oración: "Gracias, Dios, por Sucot y por todas las bendiciones que nos das. Prometo cuidar de lo que me has dado y siempre recordar tu protección."
Y con el corazón lleno de gratitud y alegría, Miriam se quedó profundamente dormida, soñando con las estrellas y los momentos felices que había vivido en la sucá.
Fin.
(Rabina Naomi Saraí)
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