Los Ketuvim son otra parte importante de la Biblia hebrea. La palabra Ketuvim significa "Escritos", y esta sección tiene muchos libros con diferentes tipos de textos, como poemas, canciones, y sabias enseñanzas.
Algunos de estos libros nos cuentan cómo ser más sabios, como el libro de Proverbios, mientras que otros, como los Salmos, son oraciones bonitas para hablar con Dios. También hay historias emocionantes, como las de Ester o Rut.
Es importante estudiar los Ketuvim porque nos enseñan a hablar con Dios, a encontrar consuelo cuando estamos tristes, y a ser más sabios y amables. Estos libros nos ayudan a aprender lecciones importantes para la vida de manera divertida y especial.
Había una vez un pastorcito llamado David, que cuidaba ovejas en las colinas de Israel. David amaba a Dios con todo su corazón y, mientras cuidaba a sus ovejas, componía canciones y poesías para alabar a Dios.
Esas canciones son los Salmos, ¡y hoy en día las seguimos leyendo y cantando!
David no solo era pastor, sino que también llegó a ser el rey de Israel, pero nunca dejó de adorar a Dios.
Un día, cuando estaba solo en el campo con sus ovejas, mirando el cielo lleno de estrellas, David escribió una canción para Dios:
"Yahveh es mi pastor, nada me faltará. En verdes pastos me hace descansar, junto a aguas tranquilas me lleva."
David comparaba a Dios con un buen pastor que siempre cuida a sus ovejas, asegurándose de que tengan lo que necesitan y protegiéndolas del peligro.
En otra ocasión, David escribió un salmo cuando estaba muy triste o asustado.
Pero incluso cuando se sentía así, siempre confiaba en Dios. Un salmo decía:
"Yahveh es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? Yahveh es la fortaleza de mi vida, ¿quién me asustará?"
David sabía que aunque tuviera problemas, Dios siempre estaría a su lado para cuidarlo y protegerlo.
Los salmos de David no solo eran canciones tristes o de agradecimiento.
También escribía salmos para celebrar la grandeza de Dios.
Cuando veía lo hermoso del mundo que Dios creó, no podía evitar cantarle de alegría. Uno de esos salmos decía:
"Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento anuncia la obra de sus manos."
David nos enseñó que siempre podemos hablar con Dios, ya sea cuando estamos felices, tristes, asustados o agradecidos.
Dios escucha cada una de nuestras oraciones, igual que escuchaba los salmos de David.
Los Salmos son un libro muy especial en la Biblia, lleno de canciones y poemas que nos ayudan a recordar lo mucho que Dios nos ama y cómo podemos confiar en Él en todo momento.
Fin
MHace mucho tiempo, en una tierra muy lejana, vivía una mujer llamada Judith.
Ella era una mujer muy valiente y sabia, y amaba a Dios con todo su corazón. Judith vivía en una pequeña ciudad llamada Betulia, que estaba en peligro porque un gran ejército enemigo quería conquistarla.
El ejército enemigo estaba liderado por un general muy malvado llamado Holofernes.
Holofernes quería apoderarse de todas las ciudades, y Betulia estaba en su camino.
Los soldados de Holofernes rodearon la ciudad para que nadie pudiera salir ni entrar.
Las personas de Betulia comenzaron a quedarse sin agua ni comida y estaban muy asustadas. ¡No sabían qué hacer!
Los líderes de Betulia estaban pensando en rendirse porque pensaban que no podrían vencer a un ejército tan grande.
Pero Judith no estaba de acuerdo. Ella sabía que Dios los protegería si confiaban en Él. Así que decidió hacer algo muy valiente para salvar a su pueblo.
Judith oró a Dios para que le diera fuerza y sabiduría. Luego, se vistió con sus mejores ropas y fue al campamento del enemigo.
Todos estaban sorprendidos de ver a una mujer tan hermosa caminando sola hacia el campamento. Cuando llegó, pidió ver a Holofernes, el general malvado.
Holofernes estaba impresionado con la belleza y el valor de Judith. La invitó a cenar con él en su tienda.
Durante la cena, Judith fue muy amable y Holofernes pensó que ella quería ayudarlo a conquistar la ciudad. Sin embargo, Judith tenía un plan secreto.
Después de la cena, Holofernes bebió mucho vino y se quedó dormido profundamente. Fue entonces cuando Judith, con mucho valor, tomó la espada de Holofernes y lo venció.
Luego, rápidamente salió del campamento enemigo y regresó a su ciudad.
Cuando los soldados enemigos descubrieron lo que había sucedido, se llenaron de miedo y huyeron.
Betulia estaba a salvo, gracias a la valentía de Judith y a la ayuda de Dios. El pueblo celebró y agradeció a Dios por enviar a Judith para salvarlos.
Judith demostró que, aunque a veces podemos sentirnos pequeños o indefensos, con fe en Dios y valentía, podemos hacer grandes cosas.
Ella nos enseña que, cuando confiamos en Dios y hacemos lo correcto, podemos superar los desafíos más difíciles.
Fin
Había una vez un hombre muy sabio llamado Josué Ben Sirá, quien vivía en una ciudad llena de personas que buscaban aprender y vivir de la mejor manera posible.
Este hombre escribió un libro lleno de consejos y enseñanzas llamado "Ben Sirá".
En él, compartía su sabiduría con todos los que querían vivir una vida feliz y honesta, siguiendo el camino de Dios.
Un día, un niño llamado Samuel fue a ver a Josué Ben Sirá. Samuel quería saber cómo podía ser una mejor persona y cómo agradar a Dios.
El sabio lo invitó a sentarse junto a él y le dijo:
— Samuel, para ser una persona sabia y buena, lo primero que debes aprender es a honrar a tu padre y a tu madre.
Dios está contento cuando respetamos a nuestros padres y los ayudamos. Ellos te aman mucho y siempre quieren lo mejor para ti.
Samuel lo escuchó con atención y le preguntó:
— ¿Cómo puedo honrarlos, maestro?
Josué Ben Sirá respondió:
— Ayúdales en lo que puedas, obedece sus consejos y sé amable con ellos.
En el libro que escribí, puse lo siguiente: "Honra a tu padre con hechos y palabras, para que su bendición venga sobre ti". Si los honras, tendrás paz y felicidad en tu vida.
Samuel, muy curioso, continuó preguntando:
— ¿Y cómo puedo ser más sabio?
El sabio le sonrió y dijo:
— La sabiduría empieza cuando temes a Dios, es decir, cuando lo respetas y sigues sus mandamientos.
Recuerda, Samuel, que la humildad es la clave. No te creas más que los demás, porque Dios ama a los humildes.
Si escuchas a los demás y aprendes de ellos, te volverás más sabio cada día.
Samuel quedó impresionado con esos consejos, pero todavía tenía más preguntas:
— ¿Qué debo hacer cuando alguien me trata mal o me siento enojado?
Josué Ben Sirá le dijo:
— Sé paciente y no te apresures a enojarte. A veces las personas pueden ser groseras o injustas, pero recuerda: Dios ve todo y siempre te protegerá si actúas con bondad.
En mi libro también escribí que la paciencia es como una armadura que te protege. Si eres paciente, Dios te recompensará.
Finalmente, Samuel preguntó:
— ¿Qué es lo más importante para vivir una vida feliz?
Josué Ben Sirá lo miró con ternura y respondió:
— Confía en Dios y cumple sus mandamientos.
Él siempre está contigo, y si lo sigues, tendrás una vida llena de amor, paz y alegría.
Nunca olvides que el amor a Dios es lo más importante, y si amas a Dios, también podrás amar a las personas a tu alrededor.
Samuel se fue a casa muy contento, lleno de nuevas ideas y con el corazón dispuesto a seguir los consejos del sabio Ben Sirá.
Desde ese día, empezó a honrar a sus padres, ser paciente y, sobre todo, confiar en Dios en todo momento.
Fin
Hace mucho tiempo, en un reino lejano llamado Persia, vivía un rey poderoso llamado Asuero.
El rey tenía un palacio enorme, con grandes jardines y salones llenos de tesoros.
Pero lo más importante de todo era que el rey necesitaba una reina. Después de buscar por todo el reino, encontró a una joven llamada Ester, que era hermosa y amable, y la hizo su reina.
Ester era judía, pero no se lo dijo a nadie porque su primo Mardoqueo, que la cuidaba, le pidió que mantuviera ese secreto.
Mardoqueo también vivía en la ciudad y cuidaba siempre del pueblo judío, aunque no trabajaba en el palacio.
En ese tiempo, había un hombre muy malo llamado Amán, que era uno de los consejeros del rey.
Amán odiaba a los judíos y quería deshacerse de ellos.
Convenció al rey de firmar una ley que decía que en un día especial, todas las personas del reino podrían atacar a los judíos. Esto era algo muy terrible.
Mardoqueo se enteró de este plan malvado y le dijo a la reina Ester que debía hacer algo.
Aunque Ester tenía miedo, sabía que debía salvar a su pueblo.
En ese tiempo, nadie podía acercarse al rey sin permiso, ni siquiera la reina, y hacerlo podría costarle la vida.
Pero Ester era muy valiente y decidió hablar con el rey.
Antes de ir, Ester y todo el pueblo judío ayunaron y oraron durante tres días para pedirle a Dios que la protegiera.
Finalmente, Ester se puso su corona y su vestido más hermoso y fue al palacio del rey.
Cuando el rey la vio, en lugar de enojarse, sonrió y le preguntó qué deseaba.
Ester, con mucha sabiduría, le invitó a un banquete junto a Amán.
En el banquete, Ester pidió que el rey y Amán vinieran a una segunda cena al día siguiente.
Durante esta cena, Ester finalmente reveló su secreto al rey.
Le dijo que era judía y que Amán había hecho un plan para destruir a su pueblo.
El rey, muy enfadado al escuchar esto, ordenó castigar a Amán por su maldad y les ayudo a los judíos a defenderse.
Gracias al valor de la reina Ester, los judíos fueron salvados y celebraron con alegría.
Desde entonces, se celebra Purim, un día en el que recordamos cómo Ester fue valiente, cómo Dios protegió a su pueblo, y cómo la fe y el coraje pueden cambiar el curso de la historia.
Fin.
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Esta historia de Purim enseña a los niños la importancia del valor, la fe y cómo una persona puede marcar la diferencia para su comunidad.
(Rabina Naomi Saraí)
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